Para cantar correctamente las piezas del Oficio y las de la Misa, las hermanas se reúnen varias veces por semana para ensayar el canto gregoriano. Esto se hace en el espíritu de la tradición de la Abadía de Solesmes y de su director de coro, Dom Joseph Gajard, es decir, de forma suave y vital, teniendo en cuenta la secuencia de notas latinas. Esto es lo que Dom Gajard escribió a la Schola de San Gregorio:
« Os habéis reunido no sólo para cantar música religiosa, sino para alabar a Dios, en el mismo lenguaje y con los acentos propios de su Iglesia: es decir, elevándoos muy por encima del plano meramente artístico y musical, e introduciéndoos en uno sobrenatural. Porque ésta es, y yo lo sé, vuestra intención al dedicaros exclusivamente a la oración cantada de la Iglesia, que es la melodía gregoriana. Estad seguros de que no os arrepentiréis. Bajo su aparente, y quizás incluso real, austeridad, la melodía gregoriana esconde un poder de expresión y oración que sólo conocen sus fieles. Encontrareis una ayuda maravillosa para vuestra vida interior, porque refleja e introduce en vuestra alma todo el Cristianismo; no ese Cristianismo anémico del que tanto sufrimos hoy, sino el verdadero y auténtico Cristianismo, la unión con Dios en la fe, en la paz, en la confianza, en la esperanza, en el amor principalmente, en el abandono filial e íntegro a Dios. »
«La liturgia exige la belleza del canto (...) la alabanza a Dios exige el canto (...) no es un adorno marginal, sino que la liturgia exige esta belleza, exige el canto para alabar a Dios y para dar alegría a los participantes. » Benedicto XVI